XIV Congreso de Fitoterapia Ciudad de Oviedo, 17-19 de mayo de 2024
Hippophae rhamnoides. Foto: Hans-Hillewaert (licencia CC)
Estanislao Beltrán Montalbán
Universidad de Granada
La piel es el órgano más extenso del organismo humano y de gran importancia funcional. Actúa como barrera protectora frente a los agentes externos, contribuye a la homeostasis térmica y contiene órganos sensitivos de tacto, dolor, presión y temperatura.
La piel está muy expuesta diversos tipos de agresiones externas, que aceleran y agravan el envejecimiento cutáneo. Además, factores intrínsecos como la constitución genética, y en el caso de las mujeres la caída de los niveles estrogénicos de la menopausia, vienen a agravar el problema. Así, durante la menopausia, se produce un adelgazamiento cutáneo, con reducción del colágeno, sequedad, arrugas, flaccidez, fragilidad cutánea, etc. Además, la atrofia de la piel genital, origina síntomas como sequedad, prurito, dispareunia, urgencia urinaria, poliuria, etc.
Estos cambios son parcialmente reversibles con el tratamiento estrogénico, pero con frecuencia es necesario buscar alternativas no hormonales para reducir los efectos del envejecimiento cutáneo. En este sentido, existen numerosas plantas que pueden resultar de interés. Una de estas plantas es el espino amarillo (Hippophae rhamnoides (L.) A. Nelson), rico en polifenoles y ácidos grasos, ampliamente usada en la industria cosmética. Existe amplia evidencia in vitro e in vivo de la actividad antiaging de los polifenoles, mediante su acción inhibidora de los procesos de oxidación, de su activación de la producción de colágeno, de la inhibición de citoquinas proinflamatorias , etc. Por su parte, los ácidos grasos del aceite de espino amarillo crean una capa oclusiva que protege de la deshidratación, regeneran la piel, participan en la síntesis de las membranas celulares, etc. Sin embargo, hasta la fecha no se han publicado ensayos clínicos en humanos para confirmar los efectos antienvejecimiento observados en los experimentos de laboratorio. Tan solo hay un par de ensayos clínicos, uno de ellos en cuanto al uso del aceite de espino amarillo administrado por vía oral para el tratamiento de la atrofia genital, en el que tan sólo pudo observarse una ligera tendencia a la mejoría en el grupo verum frente al placebo, sin llegarse a alcanzar la significación estadística, y otro ensayo mediante el uso de un preparado por vía local con un gel conteniendo aceite de espino amarillo, áloe vera, ácido hialurónico, ácido glicirrético y glucógeno, frente a un gel placebo de composición no especificada, en el que sí se encontró una mejoría significativa en los parámetros estudiados.
Finalmente, sería necesario validar el potencial de esta planta, no solo en la investigación de laboratorio, sino en ensayos clínicos bien diseñados.