«Son muchas las plantas cuya utilidad en el tratamiento las patologías propias del invierno ha sido científicamente probada; sin embargo, de forma general, su uso se desaconseja durante el embarazo, la lactancia y en niños menores de seis años, debido a la falta de datos sobre su seguridad en estas circunstancias», advierte Nuria Acero, profesora de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo (Madrid).
En la misma línea y profundizando en la afirmación de Acero, Salvador Cañigueral, del Departamento de Farmacología y Química Terapéutica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, advierte de que, los aceites esenciales, como los de eucalipto, alcanfor o menta que se diluyen en agua, pueden provocar un espasmo de glotis en los más pequeños. «Un error muy común -añade- y que se hace por tradición es aplicar bajo la nariz de los niños esos aceites esenciales, cuando no está recomendado». Como se indica en el Manual de Fitoterapia, de Encarna Castillo García e Isabel Martínez Solís, de la Universidad CEU Cardenal Herrera, de Valencia, el aceite esencial de eucalipto «no debe utilizarse en menores de dos años, especialmente cerca de la cara y la nariz, debido al riesgo de provocar espasmo laríngeo». Lo mismo ocurre con el aceite esencial de pino, que puede producir «una intensa rubefacción local e incrementar la intensidad de los broncoespasmos». Los asmáticos también deben tener cuidado con ciertas plantas, como las de la familia de las coníferas, «porque les puede provocar un broncoespasmo», señala Cañigueral.
Interacciones
Aunque, como afirma Teresa Ortega, vicepresidenta del Centro de Investigación en Fitoterapia (Infito), «por lo general, los productos naturales tienen un amplio margen de seguridad, si una persona está siendo sometida a cualquier tratamiento farmacológico y demanda plantas medicinales debe advertirlo al farmacéutico o al médico, pues existe la posibilidad de que potencie estos tratamientos» o que se produzcan interacciones. Luz García Toro, farmacéutica y responsable de Comunicación de Arkopharma, pone un ejemplo con una de las plantas estrella para el tratamiento y prevención de los procesos catarrales, la equinácea: «Debido a su efecto inmunoestimulante, no debe de ser usada en casos de enfermedades autoinmunes, inmunodeficiencias, tratamientos inmunosupresores y afecciones que cursen con aumento de leucocitos». Igualmente Cañigueral afirma que no se puede recomendar «una planta con acción expectorante con un antitusivo tipo codeína o dextrometorfano, porque tienen acciones contrapuestas».
Consejo personalizado
Todos los expertos coinciden en señalar que estas circunstancias ponen en valor el consejo farmacéutico, que debe siempre personalizar las dosis y decidir cuándo empezar a tomar el producto, en función de lo que se persiga: prevenir o tratar. «Con la equinácea se aconseja tomarla entre 1 y 3 meses desde el comienzo del invierno, mientras que el eucalipto y el marrubio, cuando empieza el proceso hasta la desaparición de los síntomas», especifica García Toro. Y es que, «las plantas tomadas en dosis excesivamente altas o durante periodos muy largos podrían provocar algún tipo de toxicidad», alerta Acero. En cuanto a la presentación, Acero destaca fijarse en la edad del paciente. «En los niños es mejor un jarabe o gotas que una cápsula».
«Las plantas medicinales todavía no están prestigiadas entre los médicos»
La demanda de la población de plantas medicinales para las enfermedades que aparecen en invierno es una realidad, según Teresa Ortega, vicepresidenta del Centro de Investigación en Fitoterapia (Infito), Primitivo Ortega, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de Móstoles (Madrid), y Alberto Sacristan, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc). Ahora bien, los tres expertos, presentes en una rueda de prensa organizada por Infito la semana pasada en Madrid para hablar sobre los beneficios del própolis para las afecciones de garganta, afirmaron que no son muchos los médicos que las prescriben. Esto se debe, según Teresa Ortega, a la falta de formación. Coincidiendo con ella, Primitivo Ortega señala otro motivo: «Las plantas medicinales todavía no están prestigiadas entre los médicos». Para Teresa Ortega, esto está cambiando gracias a la sesiones formativas organizadas con este colectivo, «donde se les presentan estudios científicos serios y rigurosos sobre su eficacia, y con los que se quedan convencidos».
Fuente: Gema Suárez Mellado, Correo Farmaceutico, 28/01/2015