Resumen de la ponencia. XII Congreso de Fitoterapia Ciudad de Oviedo: 22 a 24 de octubre de 2020
Pablo Martín Atance, Responsable de I+D en Adibio SL, Teruel
El uso de productos de origen vegetal con el objetivo de mantener la salud, prevenir, aliviar o curar un animal en estado patológico, se conoce bajo el término de Fitoterapia Veterinaria. A pesar de la importante base histórica de las prácticas etnobotánicas, en los sistemas de producción actuales apenas han tenido cabida, desplazadas por los tratamientos farmacológicos avalados por un importante soporte científico antes de ser registrados para cada especie e indicación terapéutica. Este aspecto resulta fundamental para la prescripción facultativa, ya que es un acto legal en el que las opciones “alternativas” deben abordarse con carácter excepcional, y justificarse adecuadamente.
Aunque la Agencia Europea del Medicamento reconoce los medicamentos a base de plantas para uso humano, no existe una regulación específica para las aplicaciones veterinarias, a las que hace referencia el Reglamento (UE) 2018/848, en el que se dispone “la elección preferente de productos fitoterápicos y homeopáticos frente a los tratamientos con medicamentos veterinarios de síntesis (incluidos los antibióticos), siempre que sus efectos terapéuticos resulten eficaces para la especie animal y la afección a la que vaya dirigido el tratamiento” en los sistemas de producción ecológica.
En ganadería, los medicamentos veterinarios se prescriben en consideración del destino de los pacientes para garantizar la ausencia de residuos en los alimentos derivados. En el caso de los antibióticos, su uso también está regulado para prevenir el desarrollo de resistencias antimicrobianas, y con este objetivo se prohíbe el empleo de estrategias de prevención de enfermedades colectivas con tratamientos de carácter metafiláctico. Frente a estas progresivas restricciones, el empleo de preparaciones derivadas de plantas aromáticas y medicinales, comercializadas como materias primas o aditivos (aromatizantes) en los piensos, cobra un mayor protagonismo; como sucede con acidificantes, probióticos, y prebióticos que se proponen como soluciones alternativas para la regulación de las disbiosis, particularmente las digestivas.
A nivel comercial, cada vez son más numerosos los catálogos de productos que se publicitan como “aditivos fitogénicos” o “fitobióticos” en base a uno o varios componentes con actividad antimicrobiana, cuyos efectos a nivel práctico suelen valorarse desde una perspectiva más zootécnica que terapéutica. Por este motivo, su aplicación en granja está condicionada por una relación coste-beneficio en la que es muy fácil calcular los términos de incremento del precio del pienso, y no demasiado sencillo cuantificar el retorno económico dentro de una dinámica de producción que depende de múltiples factores.
La eficacia de los ingredientes funcionales que se incluyen en los piensos nutracéuticos, depende de la concentración y proporcionalidad de los metabolitos secundarios que contienen, además de su estabilidad en la presentación comercial (como alimento para el ganado), forma de administración (agua o pienso), posología y duración de la aplicación en cada población animal.