Rosa Tejada Rascón, Clínica Perros y Gatos. Ciudad Real; Pedro A. Zeinsteger, Cátedra de Bioquímica, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad Nacional de La Plata (Argentina)
Ponencia en el 13º Congreso de Fitoterapia de SEFIT. Barcelona, 6-9 de noviembre de 2025
El género Allium agrupa diversas especies de gran valor culinario y, en algunos casos, con propiedades terapéuticas reconocidas. Entre ellas destacan la cebolla (Allium cepa L.) y el ajo (Allium sativum L.), que han sido empleados tradicionalmente en medicina humana por sus efectos antimicrobianos, antioxidantes y cardioprotectores. En medicina veterinaria, sin embargo, su uso genera una fuerte controversia: mientras algunos sectores defienden sus posibles beneficios, existe un amplio consenso sobre su elevado potencial tóxico en perros y gatos.
Los principios activos sulfurados presentes en estas plantas -como disulfuros y tiosulfatos- desencadenan la formación de radicales libres responsables de lesiones oxidativas en los eritrocitos. Este proceso favorece la aparición de metahemoglobinemia, cuerpos de Heinz y anemia hemolítica. A diferencia de los seres humanos, los perros y, especialmente, los gatos cuentan con sistemas enzimáticos menos eficientes para neutralizar estos compuestos, lo que los hace altamente susceptibles a la intoxicación. Además de los trastornos hematológicos, no son infrecuentes las manifestaciones gastrointestinales como vómitos y diarrea, que favorecen una rápida deshidratación.
El consumo accidental de cantidades moderadas de ajo o cebolla en una sola comida puede provocar cuadros clínicos agudos y graves. Asimismo, la ingesta repetida de pequeñas dosis a lo largo del tiempo puede generar un daño progresivo y silencioso, con consecuencias significativas para la salud. Por ello, aunque estas plantas sean consideradas medicinales en humanos, en medicina veterinaria se clasifican como sustancias tóxicas para perros y gatos.
Existen investigaciones que sugieren que dosis determinadas de ajo podrían ejercer ciertos efectos positivos, por ejemplo, en gingivoestomatitis o como antiparasitario. Sin embargo, la variabilidad en la forma de administración, el tipo de extracto empleado y la susceptibilidad individual del animal dificultan establecer con seguridad un umbral terapéutico. A la par, los reportes de intoxicación en la práctica clínica son numerosos y superan en evidencia a los estudios que defienden posibles beneficios.
En este contexto, resulta imprescindible avanzar en estudios rigurosos que evalúen de manera objetiva las propiedades atribuidas al ajo y a la cebolla, y que definan con claridad posibles dosis efectivas y seguras. No obstante, su fácil disponibilidad en el hogar y el desconocimiento de muchos propietarios sobre sus riesgos favorecen intoxicaciones accidentales. Además, la interacción con medicamentos o el agravamiento de patologías preexistentes complican aún más su manejo. Es por ello que las recomendaciones de su potencial tóxico no deben obviarse.


